Cosas que NADIE te dice antes de ser padre (última parte)

IMG_5811Hace un par de semanas inicié un post con un listado de las cosas que nadie te dice antes de ser papá, y esta entrada es la continuación de esa lista. Así que sin más, vamos a las tres cosas que he querido destacar hoy:

Ajustar tus salidas a lugares que sean aptos para ir con carritos de bebé y que tengan cambiador en los aseos: cuando tienes un hijo, todo suele girar en torno a él, a su comodidad y a la nuestra. Seamos sinceros, los centros de las ciudades y pueblos en España NO están adaptados para los niños pequeños (y tampoco para los discapacitados). Es verdad que cada vez más se va pensando en este tema y que hasta una nueva regulación hay en la ciudad de Madrid; pero también es cierto que lo que más abundan son los restaurantes con pequeñas mesas muy pegadas, con aseos en plantas inferiores a las que no se puede acceder si no es bajando la escalera y, además, los baños no tienen  cambiador. El tema de los baños sin cambiador es un tema en sí mismo, porque los pocos que tienen, entonces están en los aseos para mujeres ¿Acaso los padres no cambiamos pañales? La cuestión es que, cuando tienes un hijo, antes de salir de casa, te aseguras que el sitio al que vas cuente con suficiente amplitud para que puedas entrar con el carrito del bebé, que los baños tengan cambiador, y un largo etcétera de requerimientos que se van ampliando o recortando en función de lo meticulosos que seamos.

Descargar todas las aplicaciones infantiles y dibujos en el móvil y la tablet: antes de tener hijos siempre dije que mis hijos no jugarían con el móvil, ni utilizarían la tablet hasta tener una edad ¡MENTIRA! Es un engaño, un afán de perfección que teníamos antes de ser padres que consistía en mentirnos a nosotros mismos, diciéndonos «yo nunca» haciéndonos creer que seríamos los mejores padres del mundo. Como si ser buen padre dependiese de los artilugios que das a tu hijo con tal de ganar unos minutos de paz al día y, gracias a eso, recuperar la cordura por un rato. Amigo mío, todos somos los padres que mejor podemos, estoy seguro que la mayoría de nosotros lo hacemos lo mejor que sabemos y que cada día nos esforzamos muchísimo por ser mejores padres, yo no tengo duda de eso; pero parte de ser mejores padres y mejores personas consiste en aceptar que somos imperfectos y que muchas veces olvidaremos esos «yo nunca» dichos en el pasaje, cuando no teníamos hijos, con tal de ganar algo de estabilidad emocional ¿Aun no tienes hijos? ¿Cuál es tu «yo nunca» para cuándo seas padre?

Apuntar en tu agenda una visita al pediatra o a urgencias, al menos una vez por quincena: sí, es lo que tiene ser padres primerizos. Una vez llegué a pensar que solo los pediatras deberían tener hijos. Y es que son tantas las dudas que uno tiene, tantas las tonterías que ocurren y por las que uno se angustia, que «mejor descartar a que no sea algo de real gravedad». Claro que a esto se le suma el hecho de que nosotros vivimos en un país que no es el nuestro y en el que los pediatras no te dejan su teléfono para que les llames a preguntar cada duda que tengas (listos que son los pediatras de aquí). Pues sí, cuando nació #ElChiqui, durante su primer mes de vida creo que visitamos, por lo menos, tres pediatras distintos: que si lloraba, que si manchaba de rojo el pañal, que si sentíamos que no comía, que si estaría ganando suficiente peso, que si le está saliendo la costra láctea… Luego, cuando ya  has superado esa etapa de nervios de papá primerizo, cuando aparecen los virus realmente, entonces las visitas al pediatra (y a urgencias) son más frecuentes, y descubres enfermedades de las que no tenías ni idea: “Boca, mano, pie” ¿No había un nombre más original?, Herpanginas ¿Y eso es como un herpes?, Escarlatina ¿Por lo rojo? Y así un sinfín de virus que llegan y se instalan a vivir en tu casa, contigo, y con tu pequeño y te hacen salir de madrugada al hospital. Ahhh porque la situación se pone fea es de madrugada, las peores fiebres son de madrugada, los peores vómitos son de madrugada y todo de madrugada… no esperes que esta fiesta ocurra de día, los virus son más listos que tú y saben que te gusta dormir y a ellos les gusta fastidiarte el sueño. Afortunadamente, con los años, tu niño va ganando defensas y la cosa se estabiliza y, seguirás yendo a urgencias, claro que sí, pero menos frecuentemente. Así que paciencia y ánimo.

Y así llegamos al final de esta lista de cosas que nadie te dice antes de ser padre, estoy seguro que hay muchas más y prometo seguir ampliando esta lista a medida que mis hijos van creciendo, para compartirla con vosotros por aquí. Mientras tanto, sigo escuchando vuestras experiencias.

#ConfesionesDeUnPapaNormal: Mi infancia en Venezuela

IMG_0446Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia en Venezuela. Vivía en una zona de chalets muy tranquila, donde no había mucho tráfico de coches y donde todos los vecinos se conocían. Aquello permitía que los niños del barrio hiciésemos vida en la calle, sin mayor preocupación para nuestros padres. Internet no existía y las consolas de videojuegos eran la novedad. La vida estaba en la calle. Jugábamos todo tipo de juegos, conocidos y también inventados por nosotros mismos, explorábamos mucho. Aunque nunca fui deportista, incluso también hacíamos deporte.

El clima tropical de Venezuela nos permitía hacer barbacoas cualquier fin de semana del año, y era algo habitual. No existían los teléfonos móviles, así que no tengo ni idea de cómo se las arreglaba mi madre para hacer que yo volviese a casa. En mi infancia paseábamos en bici por las calles del barrio, sin casco y sin ruedines, y hasta montamos un taller de bicis improvisados en el garaje de uno de mis amigos.

En Venezuela, en aquella época, las celebraciones de carnaval eran con agua; los juegos consistían en mojarnos con globos llenos de agua, mangueras y, los más osados, también tiraban huevos y harina. También nos disfrazábamos, recuerdo tener un disfraz de El Zorro y de Superman.

En navidad se organizaban patinatas, mercadillos en las calles, con venta de churros… y todos los vecinos compartíamos. Los días de Nochebuena y Nochevieja eran fiestas de puertas abiertas en todas las casas. Recuerdo despertarme al día siguiente en el sofá del vecino alguna vez.

Los cumpleaños infantiles, en mi país, se celebraban siempre en espacios abiertos, en jardines de las casas o en parques. No había monitores, ni juegos elaborados para distraer a los niños (aunque en algunos casos sí que los había); los niños nos distraíamos como podíamos, y no nos costaba trabajo. Tampoco había meriendas demasiado elaboradas; con gusanitos (pepitos), sándwiches, tarta y gelatina era suficiente. Por supuesto nunca podía faltar la piñata, y todos los niños peleándose por coger la mayor cantidad de regalos que caían al suelo, cuando ésta se rompía.

En vacaciones, además de ir a la playa, siempre íbamos al pueblo de mi abuela materna. Incluso, más de una vez, me mandaron a mí solo a aquel lugar tan maravilloso; donde mi abuela se esmeraba en atenderme como a un rey y en el que las rutinas diarias propias del pueblo hacían que uno no se preocupase de nada, y gozara como nunca.

Yo no sé cómo sería mi infancia si la viviese hoy en día. Es verdad que ahora vivo en otro país y aquí hay costumbres distintas, aunque en esencia creo que todas las sociedades occidentales somos similares. No sé si en mi país todo el tema de la inseguridad permita tener a los niños con tanta libertad como la que disfruté yo, no lo creo. En cualquier caso, sin importar si es aquí o allí, estoy seguro que hemos cambiado.

Ahora estamos mucho más preocupados por ocupar el tiempo de nuestros hijos, sin darnos cuenta que ellos solos son capaces de distraerse con cosas simples. El avance de la tecnología también ha influido en la interacción con ellos; soy consciente que paso mucho tiempo mirando el móvil en lugar de mirarlos a ellos, y también soy consciente que a veces acudo a la facilidad de ponerles los dibujos o los cantajuegos en la tablet, para nosotros poder comer tranquilos (y, OJO, no es que abusemos de esta práctica, pero sí que lo hacemos).

Cada época tiene sus particularidades, no creo que ahora seamos más malos que antes, para nada. También es verdad que, muchas veces, tendemos a pensar que nuestra vida pasada fue mejor en algunas cosas que la vida que tenemos ahora. Pero yo no pienso eso, yo pienso que cada uno se adapta a la época en la que vive, no puedes vivir aislado solo por empeñarte en que las cosas sean tan maravillosas como las recuerdas tú. Al final solo son recuerdos. Lo que sí me gustaría es que mis hijos, cuando sean mayores, puedan guardar tan buenos recuerdos de su infancia como los que yo tengo guardados de la mía.

 

#ConfesionesDeUnaMamaNormal: ¡Empezamos el Cole de Mayores!

Como dije en el post de la semana pasada, estos días en esta casa la novedad es la vuelta al cole de nuestros hijos, sobre todo la entrada al cole de mayores de #ElChiqui. Es un tema que nos tiene un poco desestabilizados y sobre el que giran casi todas nuestras conversaciones. Pero es que los cambios de etapas de nuestros hijos son cambios de etapas de nosotros, sus padres, y eso es algo que debemos aprender a entender y a asimilar.

Hoy he querido compartir unas líneas que ha escrito mi mujer sobre su vivencia de estos días; porque aunque este blog trata de mi experiencia como papá, ya sabéis que siempre he pensado que mi paternidad no estaría completa si no fuese por mi mujer y es a ella a la que debo esta faceta de mi vida. Así que le he pedido permiso para publicar esta confesión suya, y aquí va:

 

#ConfesionesDeUnaMamaNormal: ¡Empezamos el Cole de Mayores!

 

Algo que suena emocionante, bonito, hacemos fotos en las que #ElChiqui está guapísimo, lo tenemos casi todo preparado, todo lo material; pero a medida que se acerca el día me siento cada vez más nerviosa, con ansiedad, como si hay algo que no va bien, como si voy a entrar en algo que desconozco y más que ilusionarme me hace dudar.

Días antes del primer día de cole tuve un sueño, yo suelo hacer mucho caso a mis sueños, siento que me hablan, que me muestran, en imágenes, cosas que me están pasando que a veces no soy capaz de ver yo sola, o de reconocer. En el sueño estoy nuevamente embarazada, estoy a punto de dar a luz, pero me dicen que el bebé no viene bien, no está bien colocado, vienen los pies primero ¡Hay que hacer cesárea! Me angustio un montón, no se cómo será la cesárea, no se si estaré despierta, si seré capaz de ver al bebé… me siento muy asustada… y en el sueño estoy sola.

Hay muchos detalles más del sueño, quizás menos relevantes ahora, pero pensaba que casi estoy viviendo esto como un parto, #ElChiqui va al cole de mayores y yo siento que se separa de mí, siento que él tiene que separarse de mí y yo de él, lo siento forzoso porque tengo mucho miedo, miedo a lo desconocido, a que en este postparto no lo tengo pegado a mí si no que lo dejo en otro lugar, siento mucha angustia pero sé que es una etapa normal y necesaria.

Este postparto es para los dos un paso más en nuestra independencia, la de los dos, hemos estado tan pegados, aunque pareciera que no. Recuerdo ese postparto con #ElChiqui, el postparto de verdad no el metafórico, como muy doloroso y difícil, doloroso físicamente y también emocionalmente, recuerdo sentirme muy perdida, y tener la necesidad de cogerle en brazos, abrazarle, cantarle y llorar. Recuerdo sufrir mucho por no poder entenderle, intentar adivinar lo que él sentía asociándolo con lo que yo sentía… él y yo éramos uno solo….

Este postparto, el metafórico, consiste en aprender a ser dos, de entender que a mí me está costando mucho separarme y también entender lo que él está sintiendo, a diferencia de hace tres años, ahora es capaz de decirme qué siente «mami, siento vergüenza»… «mami, no tengo amigos»… «mami, no quiero ir»… «mami, hoy jugué con Cayetana»… «mami, hoy fui al baño solito».

Y a pesar de todo lo difícil de separarme, al final, también puedo abrazarle, también puedo cogerle en brazos, también puedo cantarle… y también puedo llorar…

No tenía idea de que todo esto iba a pasar, no tenía idea de todo lo que iba a significar para mí su primer día de cole… pero ahora sé lo importante que esto va a ser para su crecimiento y para el mío, y que esto de empezar a ser dos no significa que dejamos de estar juntos…

¡Somos #ElChiqui y Mami haciéndonos mayores!